Lo profesional y lo humano
- Pamela Lorca Santander
- 10 abr
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 15 abr
A propósito de la serie de Netflix Adolescencia -de la cual en verdad hay tanto que uno podría decir- aparecieron muchas publicaciones en las últimas semanas. Las he seguido atentamente. He leído escritos que conmueven y siguen la línea de la sobriedad que logra transmitir la serie, en un tema que fácilmente puede ser tratado con sensacionalismo o liviandad. Porque producto de esta forma de armar un guion, efectivamente se abren puertas para poder analizar desde el sentimiento, no por encima de él.
Dentro de toda la variedad de análisis que pude ver y leer, hubo uno que llamó mi intención desde su titular: "Psicóloga explica por qué colapsó la terapeuta al final". Pareciera ser que fue parte de algunos comentarios/interrogantes del tipo “¿No se supone que es una profesional?”.
Lo primero que me hizo “saltar” reactivamente fue mi contra-pregunta: ¿en qué momento llegamos a homologar el estar sumido en la emoción con un colapso?
En nuestro trabajo como psicólogos, ya sea que nos toque estar en el rol de evaluadores o de terapeutas, nos vemos confrontados a diario a miles de emociones. Si bien existen diferencias entre los distintos enfoques de psicoterapia en relación al modo de acercamiento a los pacientes, hay algo que es universal: nuestro propio ser persona no desaparece mientras hacemos nuestro trabajo.
Es extraño que en la defensa de esta psicóloga aparezcan psicólogos diciendo que “al final sale lo humano”, como si pudiéramos dividirnos en dos. La profesional que seriamente va preguntando, que tiene gestos de humanidad y cercanía (ya sea como estrategia o como sintonía personal), que se mantiene seria y firme frente a los distintos vaivenes de la entrevista, que se asusta cuando es asustada, es tan humana como la profesional que sale de la sala a intentar reponerse de lo abrumante, como la que sufre luego de terminar su trabajo, cuando todo ha resultado ser demasiado.
Los psicólogos hacemos eso, sostenemos. Nos sostenemos a nosotros, sostenemos al otro, sostenemos la emoción, la tensión, sostenemos la situación que atravesamos con o por el otro. Se nos parte el corazón, nos falta el aire, sentimos miedo, pero nos esforzamos en que sobre ello esté primero lo que necesita el otro, lo que la situación requiere. Y con todo eso seguimos de frente. Lo profesional no está por sobre nada, lo personal no está por sobre lo otro, es parte de un todo que nos acompaña en cada segundo.
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